Hoy en día es un hecho que los avances tecnológicos, en particular el acceso a internet, tienden a generar cambios muy significativos en nuestros hábitos de compra y venta, a pesar de ello uno de los más grandes temores del consumidor en el uso de la tecnología para comprar, es sentirse robado o estafado, ya sea por un cargo injusto a su tarjeta de crédito o por la veracidad del lugar de compra en línea. Buenas noticas, esto era un problema que afectaba la fluidez tanto proveedor como comprador en 2003.

Hoy día Internet es un medio sumamente flexible para el comercio. Todos los elementos de la cadena de producción y distribución de ciertos productos pueden circular en línea y a través de las fronteras. Puede utilizarse para una multitud de intercambios y transacciones, como transmitir correo electrónico, leer y buscar información, hacer publicidad y promoción de empresas, vincular a las personas en círculos privados o profesionales, comprar y vender mercancías o suministrar servicios. Para las empresas un sitio web es un medio de publicidad, comunicación y relaciones públicas, ventas en línea e información y servicio a los clientes.

Las empresas con este sistema deben mirar a su tienda en línea como un canal paralelo y no como una sucursal más. La experiencia de compra, imaginemos la posibilidad de ordenar un producto en línea y recogerlo en la sucursal más cercana a nosotros, o modificar un pedido online desde nuestro teléfono móvil, o conocer las existencias de un producto previo a visitar la tienda evitando así la tan molesta frase: "está agotado joven, nos llega en la semana".

La mejor noticia es que la tecnología para construir tiendas electrónicas puede ser muy accesible para pequeños negocios, en función al número de artículos y transacciones.

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